Guía

Tras ver una firme decisión en mis ojos ella apretó su mano derecha, con la que estrechaba mi izquierda. Estaba dispuesta a seguirme adónde yo fuera, pero no di ni un paso. Ella esperó unos decentes segundos, con la expectativa de iniciar el camino, ser guiada hacia algún lugar, pero no hubo más movimiento que la respiración de ambos. “¿Y ahora?”, le pregunté, “¿hacia dónde vamos?” Ella se tornó decepcionada, soltó mi mano y se marchó. Yo quedé confundido. Al parecer se fue con el atardecer, creo que jamás la vi de nuevo.

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