Mes: febrero 2010
A la mitad
Estar a la mitad. Ni joven, ni viejo, ni ignorante, ni sabio. Ni amante ni amado, un solitario acompañado. Así sabe estar a la mitad, el gusto de la nada. Gracias. Entre la indolencia y el compromiso, entre la verdad y la mentira. Dicen que Dios detesta a los tibios, dicen que incluso los vomita. Ni principiante ni experto, ni cazador ni presa, el de las mil palabras huecas que a pesar de todo nada expresan. Eso es estar a la mitad. Entre la cuna y la tumba, sin gasolina en una carretera, vacío por dentro y seco por fuera. Estar a la mitad. Cuando el éxito te eludió por elecciones erróneas, cuando alguien te compró por una almohada en Sodoma. Los amaneceres pesan por su desesperanza, para quien se hizo adicto al sabor de la nada. Como el beso al aire y la carta no enviada. Como las candentes caricias sobre una piel anestesiada. El homenaje a un muerto, tus gritos bajo el agua. Eso es quedarse a la mitad, viviendo la vida de la nada. El momento en que despiertas suele llegar ya muy tarde, pero ya nadie te querrá, ni siquiera tu madre. Eres una sombra en la penumbra absoluta, planeando imposibles justo a la mitad.
Cosas que hago mal
Bailar, cantar, escribir poemas, elegir pareja y olvidar errores. Pintar, patinar, ni siquiera sé nadar. Declamar, recitar, citar y tocar un instrumento, incluso el órgano privado de alguna catedral. Beber, creer (porque creo demasiado), dudar (porque dudo demasiado) y esperar (a pesar del tiempo pasado). Decirle a una mujer que la amo y actuar de acuerdo a mis palabras. Calcular y pelear. Pensar y ser ocurrente al instante. Sospechar que me mienten presentir lo que otros sienten. Comprometerme por un papel, garantizar por escrito, gritar a los cuatro vientos y profetizar palabras divinas. Armar rompecabezas, remendar mi corazón cuando se rompe, romper con rutinas y alejarme de quien en verdad quise. Conservar la dignidad (si es que algo de ella me queda), todo eso hago mal y sin embargo… me muevo. Un día menos y un drama de más.
Reinicios
No es lo que tienes, sino lo que eres. No es lo que piensas, sino lo que sientes. Los verdaderos colores no se ven con los ojos, sino con el alma que los usa de ventanas. No soy una buena persona, sólo que contigo trato de ser mejor. Pero mejor no intento nada más y trataré de ser quien soy. El tiempo es relativo, y para muchos no existe. A veces fui yo mismo mañana y otras seré el mismo ayer. Tanto quiero preguntarte, mientras no encuentro las palabras para responderte. Ojalá no esperes tanto de mí, para no correr el riesgo de defraudarte. Por favor recuerda que no soy más que un hombre. Igual el día en que salde mis cuentas pueda al fin conocer la verdad. Dejaré de cuestionarte y te trataré con todo respeto, pues es la única manera real para llegar a alguien. Si me alejo y regreso ojalá me disculpes, es que necesito desesperadamente encontrar la verdad. Nadie nace sabiendo y echando a perder se aprende. No quiero sabiduría a costa de perjudicarte. A veces siento que la vida es redonda, y uno comienza de nuevo al llegar al final; sin embargo, el principio nunca suele ser igual.
Naufragio efectivo, no reelección
Guardando imagen
Guardando imagen. Por eso se dicen y se actúan mentiras; se piran tiras y muchos se tiran al suelo. Sin Consuelo (con mayúscula o minúscula, da igual). Decir “ya no me importas” cuando aún se quiere con intereses más altos que los bancarios y que los de la tasa de devaluación con posos de café, es mentira. Es mentira decir “ya te olvidé”, con tal de hacerse el fuerte, fort knox del corazón inexpugnable para los ataques apaches, no cardiacos, pero sí sentimentales demenciales, hacerse el refuerte y sin embargo recordar a esa persona hasta en los sueños de los sueños. Palabras sin dueño porque aunque las digo yo, seguro son sacos que cada quien se pondrá a su conveniencia (no soy tan único ni especial, y sin embargo me muevo). Palabras que quizás tengan para mí un fin, pero sospecho que todo está acabado. Invariablemente, como toda relación de revoltura, cada quien usará los elementos verbales a su favor, y el destino que se obtenga no sea el buscado por nadie. Decir “estoy superando tu recuerdo” cuando hasta en el juego de memoria se encuentra el retrato sonriente de quien se quiere olvidar, cuando cada esquina trae un momento del pasado, cuando hay pensamientos de esa persona aún en los lugares jamás visitados. Suena a obsesión, pero es una obsesión obesa que pesa en la humanidad (esto no es del todo personal). Sensación humana, semilla de libros y obras que ya no se pueden contar, como las estrellas, como los granos de arena. Parece que su persona se va, pero en realidad se queda. Mentí muchas veces aún en contra mía, queriendo guardar imagen, pero borrándome en su vida. No es autobiografía.
Don Nadie
Recuérdame
No me olvides, porque yo sí me acuerdo de ti, aunque mi memoria sea mala. No me olvides porque no me gusta que me dejen hablando solo, cuando lo que quería era hablar contigo. No me dejes esperando afuera, que hace frío y la lluvia es casi tan testaruda como yo. No me olvides por favor, al menos mientras tengas el don de recordar. Si no me recuerdan, no existo, a pesar de que respire; si no me piensan no soy, aunque digan que sea libre. No me olvides por favor, porque se siente muy feo ser un recuerdo deslavado. No me olvides, porque me acuerdo de ti y debemos hacer que este mundo sea un poco más equilibrado.
El carrusel del absurdo
Los ojos fijos en el lado equivocado, deseando lo que NO se puede tener, y teniendo sólo para llenar el vacío. Cometiendo injusticias, alimentando ilusiones mal acuñadas; sólo para mantener el ego ocupado. Pagando las culpas al mismo tiempo que las cometemos, comiendo corazones que no nos importan para tratar de alcanzar los que nos son negados. Escalones palpitantes que de manera innoble pisamos. Ignoro si con el tiempo todo esto disminuirá o si tendrá fin; mientras tanto nos comunicamos con nuestros propios ecos, añorando lo que no nos pertenecerá. Esperamos mientras hacemos que alguien más pierda la esperanza. La edad en sí misma no da sabiduría y por lo general nos hace más idiotas. La universidad de la vida se paga lamentablemente con experiencias dolorosas y, peor aún, ahí no se tienen vacaciones. Ensueños de castillos con torres de marfil, finales rosas y protagonistas ideales; sueños que al despertar con el frío balde de la realidad se convierten en amarguras. El viento viene y va, los años se quedan, la arena se acaba y pronto seremos Tierra. Tiempo hay para recapacitar, pero a nadie parece servirle la razón cuando el corazón se ata a un capricho. Quizá el desperdicio es el verdadero motor de nuestras vidas y de nuevo en el mismo punto del círculo.
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Otras cosas anteriores (de otros sabores)
La cadena del sofista https://mobtomas.wordpress.com/2008/05/31/la-cadena-del-sofista/