Paciencia
Dijo el viejo en el mar, “adornando” la palabra con las maldiciones altisonantes que aprendió de su vecino el arriero.
Paciencia
Es eso que solemos predicar sin molestarnos en dar el ejemplo; aunque sospecho que lo mismo pasa con la honradez, la amistad y la virtud.
Paciencia
Dijo el jefe de policía a sus brutos golpeadores cuando vio que se les estaba pasando la mano con el inocente que no quería confesar un delito vacante de responsable.
Paciencia
Es lo que necesitamos cuando no coincidimos, cuando discutimos sin escuchar, cuando tratamos imponer nuestros puntos de vista, cuando perdemos la cordura sin llegar a ningún acuerdo, cada vez más rotos y menos “nosotros”.
Paciencia
Exigen los ricachones, papas y faraones al pueblo sometido, y prometen que aquellos que lloran en este mundo tendrán felicidad con altos intereses en el más allá.
Paciencia
Nos pedirá el portero del Cielo para engañarnos un momento más, antes de revelarnos que no habrá nada en absoluto una vez que traspasemos las puertas que guarda.
Paciencia.
Este escrito debería titularse “en lo que salen los tlacoyos”. Mi manera de matar el tiempo cuando carezco de un libro, pero tengo mi cuaderno. Fui esta mañana al supermercado para comprar los tlacoyos que olvidé comprar ayer, pero el comal estaba frío como la tumba del carnavalesco, como cualquier tumba de hecho. Entonces me dijo el encargado que la venta comenzaría en 30 minutos. Sali de la tienda, tome mi cuaderno, y mientras esperaba la tlacoyogénesis, pensé en la palabra Paciencia, y de ahí que salió esto.