Corderitos

Los continuos terremotos siguen derribando valores falsos e ídolos de barro
Los políticos retiraron ya sus máscaras, pues no tienen necesidad de fingir más.
El espítitu no está ya ni siquiera en el vino.
Trino era el amor que ya ni siquiera pía.
La salida del laberinto es una puerta tapiada.
María Candelaria no hizo nada malo,
Lorenzo Rafael echa chispas en su chinampa.
Esas masas de las que habló Ortega y Gasset,
siempre enajenadas, hoy lo están hasta la médula.
La prima nocta era obligatoria, pero ahora inmolamos nuestras mentes con voluntad.
¿Y el 5G?, pues como la peste negra, nomás que en onda tecnológica.
Somos corderitos que balamos entonados mientras marchamos hacia el matadero.
Pero no te preocupes, después de todo nada dura para siempre,
ni si quiera el mal ni la estupidez, aunque parezca lo contrario.

corderitos

Luz más que materia

Sugerencia de escritura del día
Escribe lo primero que se te venga a la cabeza.

Luz más que materia,
Hay muchas formas de conocer el futuro, la principal es vivir lo suficiente,
A menos que tengan la barriga llena de vino hay muchos que no se atreven,
El tres es más divino que el cuatro y el nueve representa al ser humano,
El tarot es un juego, pero no lo jugamos nosotros,
El invierno de nuestro descontento surge de la primavera desperdiciada,
Y sólo sé que no importa nada.

Confuso

Hoy confundo Pedro y el lobo con la gallina que decía que el cielo se caía.
Hoy confundo a Nostradamus con Netanyahu, y a Henry Kiss con kiss his ass (y que el cabrón no descanse en paz).
Todo está revuelto en nuestras, ya por naturaleza, revueltas mentes.
¿Hacia dónde vamos?, eso queda claro: al lugar de los lamentos.
Donde lloraremos como sirenas de ratones lo que como leones huevones dejamos pasar.
Al final, nada de esto importará, no seremos nada en un parpadeo.
Si los budistas y Pitágoras están en lo correcto, daremos otra vuelta en las puertas giratorias.
Si Jesús tenía la razón, la mayoría rechinará sus dientes y elevará sus lamentos en el infierno perpetuo.
Todo es confuso, tal como anunciaron Bowie y los Pet Shop, y eso no lo inventó Confucio.
Hoy confundo las profecias con epitafios escritos por adelantado.
Cuando lo entendamos todo será ya demasiado tarde.

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En una estación de tren

Sugerencia de escritura del día
Describe un encuentro fortuito con un desconocido que te haya marcado positivamente.

Sentían un agotamiento, del tipo que hasta hace pesada al alma.

Otro día más de discusiones y malas comunicaciones, lejos de casa, en tierra extraña.

El viaje que por mucho tiempo esperaron los dos, que por algún motivo ambos idealizaron, pero que sólo había resultado un infierno.

Ya desde antes habían ambos visto las señales de que todo iba mal, pero insistieron en que la magia que experimentaron al conocerse tenía que durar para siempre.

Estaban decididos a que el viaje les ayudaría a reencontrar esa magia. Pero no, para empezar cada uno tenía un objetivo distinto. Ella: lograr que la unión se convirtiera en una sacrosanta amistad, pues ya estaba enamorada de alguien mas. Él: que Ella fuera su pareja y que su unión se convirtiera en una estable relación. Pero las cosas no navegaban hacia ninguno de esos puertos, y nadie quería negociar, pues eso sería dar su brazo a torcer.

Por eso puras discusiones, malas comunicaciones.

Tras visitar unos poblados, regresaron en tren, sentados frente a frente, emitiendo cada uno el silencio de un cementerio olvidado. La acumulación de ofensas mutuas era demasiada para entonces, y la mayor de todas era que el otro no aceptaba la propuesta del opuesto.

Ella quería decir algo, era horrible estar los dos allí, en un mutismo doloroso. Él también quería hablar, era absurdo viajar con alguien y no decirle nada. Pero por orgullo, ambos mantuvieron sus silencios.

Al llegar a la estación destino, Ella tomó rápido su mochila y bajó del tren. Él se comenzó a mover lentamente, sin embargo lo pensó de nuevo, y corriendo agarró la mochila suya y fue a buscarla.

Ella estaba ya lejos, a punto de abordar un autobús, Él le gritó que se detuviera. Ella hizo como Beethoven sin sinfonía y se fue.

Él quedó abatido en la estación del tren. Pensando en esa nada que se genera al tratar de pensar en todo.

¿Se puede odiar a alguien que se ama tanto? ¿Qué les pasó? ¿En dónde se dañó la relación? ¿Qué hizo mal Él? ¿Qué tenía que hacer para solucionar todo?

Tantos asuntos a los que no encontraba respuesta bullían en su cabeza, su rostro era el reflejo de toda esa maraña. Tan mal lucía que un desconocido se detuvo ante Él, para preguntar si estaba bien.

Él no entendió lo que sucedía, quizá sus muchos años viviendo en una ciudad insensible lo habían convertido en un ente sin sentimientos para con los extraños, pero no se engañaba, allí estaba un completo desconocido preguntándole si todo estaba bien.

Él, sorprendido, respondió maquinalmente que sí. El desconocido supo que era una respuesta de trámite, incongruente con la imagen que Él emitía al mundo. Sólo le dijo: “no te preocupes, todo sucede por algo, y si ya no tiene remedio, aunque nos preocupemos, nada cambiará. Verás que todo seguirá su curso”. Después de eso, el desconocido le dio una palmada en el hombro y se alejó de Él.

Las cosas entre Él y Ella no mejoraron, tampoco empeoraron, sólo se separaron. Él aún la recuerda, pero recuerda más la acción del desconocido, que le ha permitido conservar algo de la fe que Él creía haber perdido totalmente respecto a la humanidad.

¿Y el salvavidas?

En la tormenta perfecta
hecha de caos y desperdicios dorados
nos ahogamos, naufragámos,
y sin embargo… nos movemos.
El porno del dólar, el dolor del orto,
hartos de la monotonía,
pero hundidos voluntariamente en ella.
¿Qué dijo tu madre acerca de esto?
Nada, estaba igual de pendeja que tú.
Su vía láctea también estaba torcida.
El control en pocas manos es mayor,
pero lo quieren todo, tu libertad está rendida,
Y la entregaste con una sonrisa.
No puedes culpar a nadie
agarra los huevos, no los rompas,
y llévalos a la granja de soja.
Tu padre se sonroja mientras te niega,
tres gallos cantan a coro y dicen «esto es todo».
El cerdo tartamudo se despide y la gorda canta en la novena
Y sin embargo, flotamos.

fat lady sings

Reír no es tan sano

Sugerencia de escritura del día
¿Qué te hace reír?

Aún ahora ignoro qué ocasionó mi risa. Yo era el único que reía.

Todo era, como de costumbre en esas ocasiones, demasiado solemne y monótono.

La gente me miraba extrañada e incluso asustada, pues nada gracioso ocurría allí.

De todas las imágenes respetables y dolientes, no había ninguna que debiera causarme gracia; sin embargo esas mismas imágenes me hacían reír. Quizá tanta pena dramatizada. ¡¿Qué se yo?!

Y no podía dejar de reír, al contrario, con cada intento de autocontrolarme, más me reía. Más sonoras eran mis carcajadas a mayores esfuerzos míos por contenerme.

Pocos asistentes comenzaron a contagiarse de mi risa, sonriendo tímidamente, pero se reprimieron de inmediato. Ojalá hubese sabido cómo lo lograban. La mayoría simplemente incrementó su enojo e irritación hacia mí.

De repente hice lo que debí hacer desde un principio y me fui de ahí lo más aprisa que pude, antes del último santiamén.

Las miradas severas que me arrojaba la gente durante mi salida no hicieron más que provocarme más risa.

A la mañana siguiente fui citado en la sede del Santo Oficio. Confesé todas las culpas que me colgaron durante el primer interrogatorio, no hubo necesidad de un segundo ni de tortura. ¿Para qué?, ¿de qué manera podía rebatir las faltas que me imputaban?, ¿cómo explicar que simplemente no podía dejar de reír durante la misa?

Ahora me conducen a la hoguera para ser quemado por posesión diabólica. Ya no me río, sólo estoy algo sorprendido.

La nueva esfinge

Oye, Marta, ¿quién te trajo a casa?
¿Fue Martín el de cabús feliz?
¿Fue José el carpintero clavador?
¿O fue un ensayo del rigor mortis Maurice?

Me confunden tus palabras
ya no sé si eres mujer nada más
o un hombre encerrado en una dama,
o una mujer que aspira a ser hombre.

Igual no tengo nada mejor que hacer
que ponerme a pensar en tus enigmas
de esfinge minimalista de mentiras mayúsculas
como glúteos máximos del Coliseo.

¿Por qué marchaste ayer, Marta?
¿Otra vez por el abecedario?
¿Por la igualdad de las diferencias?
¿Por los derechos de las excrecencias?

¿Fue para exigir el estallido de una guerra?
¿Fue para demandar la paz en una contienda?
¿Marchaste por la libertad de expresión?
¿O fue contra los que no piensan como tú?

Dime Marta, ¿quién eres?
¿Qué te dijo el oráculo de Delfos?
¿Estás furiosa porque no encuentras
respuestas ni en los culos de botella?

¿Por qué lloras Marta?
¿Ya no puedes romper más cosas?
¿Será que por fin lograste algo con tus marchas
y ahora no sabes qué hacer con tus horas largas?

Tu mundo es una ilusión dentro de una charada
dentro de una ilusión para gente descerebrada.
Yo no pienso bien, Marta, lo admito,
pero lo tuyo me rebasa en múltiplos negativos.

Admito que yo soy un pobre pendejo
y que tú eres opulenta en pendejez.
Ahora no sé cómo pudimos imaginarnos juntos
con la posibilidad de llegar a ser tres.

rage

Mary Celeste

Mal negocio fue siempre

ser capitán del Mary Celeste.

El que quiera azul, que le cueste,

sea como sea y hasta la victoria siempre.

Me acuesto y no duermo,

me levanto y tengo sueño.

Somos seres de contradicciones,

de genuflexiones y cointraindicaciones.

La cola del escorpión no tiene cascabeles,

los cisnes traicionados se convierten en halcones.

El Matador decide quitarse la vida

arrojando el capote a la arena.

Todos somos capaces de reprobar

incluso sin ir a la escuela.

No puedo cuando quiero

y cuando quiero nunca puedo.

Se llama era digital porque

todo se hace con el dedo.

Cuando llegues a la edad de los muchos adioses

remoja tus barbas en vino y arroz.

La memoria es un pantano con niebla

y confundimos olvido con amor.

Es muy tarde para hablar con nadie,

la sobriedad es un banano duro de pelar.

No tienes a quien llamar, y nadie te llama.

El boleto en tu mano indica

que tu turno está por llegar.

No te queda mucho tiempo,

a menos que vuelvas a empezar.

mary celeste

Mentir es pecado

Mentir es pecado, lo dicen todas las tablas
la de sumar, multiplicar y dividir
la de la ley y la del tres, es un pecado mentir.

Dijiste que volverías, sólo irías por cigarrillos
el viento se llevó todo y sin ti nada es lo mismo.

Mentir es pecado y todos mentimos
en uno u otro grado
¿eso nos convierte en seres deleznables
por Saturno esclavizados?

Dijiste que pondrías fin a la podredumbre y corrupción
y las abonaste tan bien que tus miembros se caen a pedazos

Mentir es pecado, a veces no me afecta
sobrevuelo el número 4, más allá del bien y el mal,
pero cuando aterrizo cada vez duele más.

Todo esto terminará hasta que no quede en el infierno
un solo lugar,
el club de jazz cerró anoche, ya nadie puede cantar

Mentir es pecado y Jacob se hizo pasar por su hermano
¿Dios prefiere a Pinocho y sus astillas?
No se puede creer en nadie, digas lo que digas.

jacob

Martes 13

La reina del Blues se fue apagando con la noche, mientras el poeta perdido no tuvo ya por quién escribir.

Los héroes de antaño se fueron rindiendo, uno a uno, pavimentando el desnivelado camino con sus viejas corazas, bastante oxidadas.

“¿En dónde están los valores?”, preguntó el iluso dormido.

“De seguro bien guardados en la fría bóveda de un banco”, fue lo que respondió el exportador cínico, mientras que alguien se lavaba las manos en una pileta a la sombra.

Nada parecía cobrar dimensiones nuevas, todos estaban bien pagados de sí, de la literatura sólo quedaban en las letras de cambio; todas las mentiras eran verdades y las verdades sólo eran falsedades sinceras.

Lo que estaba arriba, bajó (excepto el oro y la codicia); lo que estaba abajo se hizo a un lado (allí donde está el coro).

La credibilidad se mezcló con la desesperanza, y el pelotón de Magdalenas lloraba por mera costumbre, sin una razón de peso, aunque el occiso era obeso.

La elefantástica amistad de dos adolescentes se desvaneció como vapor cuando se enfrentó a la primera adversidad de la mañana y un cobarde decidió naufragar en alcohol.

Los filósofos se vendieron paulatinamente, ya sólo faltaba que el tiempo se dejara de contar, nadie podía detenerlo y a pesar de la incomodidad, nadie lo quería intentar.

“El mundo es de quien sabe vanagloriarse efectivamente de sus bajezas (sin importar que éstas sean ficticias)”, decía la pinta en la gran muralla china (¿dónde más cabría un mensaje tan largo?).

Un rayo cruzó el horizonte partiendo en dos el cielo, como cuando se parte una gran tarta azul, como si un nuevo Moisés confundiera el firmamento con la mar.

Todos se asustaron de repente, pero al asegurarse que nada pasaba, se encogieron de hombros, nada sanforizados, y retomaron sus actividades habituales.

Sólo era era martes, era 13, y el tiempo no dejó de contar.

juggler