Muchos desean ser como los ángeles, pero el peso de sus cuerpos les impide realizar sus aspiraciones, y el volumen de sus barrigas no deja siquiera lugar a las alas.
De hecho no hay ni siquiera santos vivos, pues para ser uno de ellos es requisito estar muerto.
Hay quienes quisieran ser como los animales y actuar sólo por instinto, pero algo dentro de ellos no quiere soltar las cadenas. Las riendas del carro con dos caballos en la mente, las experiencias y los traumas del pasado. Freud con cáncer en la boca, y una mosca en cada una de nuestras sopas.
La vida es como leer simultáneamente a Nietzche y a San Agustín, bajo una luna llena de mediodía; es creer desesperadamente en algo que no se puede encontrar.
Alguien dice que la fe se fortalece con la duda. Hay un letrero que nos prohíbe juzgar, sin embargo nuestro deporte favorito es apedrearnos unos a otros, buscar vigas en los ojos ajenos y sentrarnos a ver realitis en la televisión. ya sea para gozar de quienes caen o de envidiar a los que se encumbran. Resignándonos en nuestra pereza.
Ojalá pudiera simplemente dejarme llevar por la corriente, pero ya estoy en un punto en que eso olería a alta auto traición.
En verdad te dije que te amaría por siempre, pero ahora sé que lo perpetuo sobrepasa a nuestras vidas temporales. Sólo podemos aspirar a vivir día a día.
Renuncio honestamente a la inmortalidad inexistente, por aquí esta sólo aspira a ser un monumento olvidado, orinado por perros y vagabundos. Renuncio a cualquier intento de liderazgo y también a la desabrida conformidad. Posiblemente pienses que estoy loco y te rías de mí. Yo sólo sé que quien ríe al último ríe mejor, o igual nomás entendió demasiado tarde el chiste.
Quisiera poder darle un gran abrazo al materialismo puro, sin sentir después ningún remordimiento. Quisiera abusar de la belleza como supuestamente debe ser usada sin sentir culpa en el fondo de mi corazón. Soy demasiado joven para entenderlo todo y ya muy viejo como para ignorarlo.